Una de las más grandes empresas japonesas de la historia, Toshiba, líder en el desarrollo y fabricación de computadoras, resolvió retirarse del negocio de la informática a partir de este 31 de marzo. El anuncio oficial aclara el cierre de todas sus oficinas comerciales, aún de las establecidas en regiones estratégicas como Europa, Estados Unidos y América Latina. Esta decisión no es inesperada, ya que en diciembre de 2015 Toshiba cerró el peor año de su historia, con pérdidas que alcanzan la cifra de alrededor de 4.500.000.000 de dólares, lo cual equivalió al despido de al menos 7000 empleados.

A estas cifras hay que añadirle otro dato central para explicar la crisis de Toshiba. La empresa recibió una sanción multimillonaria debido a escándalo relacionado con un fraude contable entre 2007 y 2014. La justicia japonesa emitió una multa de 7.370 millones de yenes, probablemente una de las más duras en la jurisprudencia financiera de oriente.

Al cierre de 2014, Toshiba ya había hecho público el anuncio del cierre de su sector de fabricación de equipos portátiles, los cuales habían alcanzado una popularidad considerable a nivel internacional. En este contexto de reorganización, la empresa aclaró que el recorte se debió principalmente al descenso en el consumo de computadoras portátiles, siendo las tablets y los smartphones las nuevas protagonistas de la industria. A partir de entonces, Toshiba se dedicó mayoritariamente al área corporativa, desarrollando equipos dedicados al entorno empresarial.

Si bien estas noticias han generado una fuerte controversia, los anuncios continúan y también la preocupación del público. Al parecer, Toshiba también busca desprenderse de su área de equipamientos médicos, el cual se encuentra en negociaciones con Canon. Todo parece indicar que en los próximos meses integrará su división de equipos portátiles con Fujitsu y Vaio. Al respecto, su reconocida línea blanca podría fusionarse con compañías chinas interesadas en entrar al mercado.

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